¿No posee una cuenta?
Clases de música. Construyendo una interculturalidad crítica
Silvia Carabetta - Dirección de Educación Artística - DGCyE.
III Congreso Internacional de Ciencias Humanas. Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín, Gral. San Martín, 2024.

Resumen
Desde hace décadas que la preocupación por atender a la heterogeneidad educativa está presente en educación musical. Es casi un cliché la frase de que “hay que trabajar con los saberes previos de los estudiantes”, pero ¿qué pasa cuando lo que el educador musical ve enfrente suyo es un sujeto que carece de saberes musicales o que los que tiene son de escaso valor epistémico? En estos terrenos casi dilemáticos, la educación musical, sin embargo, ha hecho muchos esfuerzos y es innegable el despliegue que ha tenido en términos de su didáctica específica. Pese a ello, es frecuente encontrar que dichos esfuerzos realizados han logrado acercarse más a una interculturalidad funcional que a una interculturalidad crítica, en términos de Catherine Walsh. La presencia de saberes y experiencias musicales Otros en las aulas, o son invisibilizados, o son exotizados, o son contemplados casi siempre como saberes de muy escaso valor epistémico. Mi hipótesis de trabajo, a partir de mi trabajo etnográfico realizado con motivo de mi tesis doctoral, es que los desarrollos de las didácticas musicales asumen como dada la ontología musical de la cual parten, heredada de potentes tradiciones onto-epistémicas coloniales y eurocentradas. Esta matriz tiende fuertemente a jerarquizar músicas y sujetos, tanto como a subalternizar músicas y sujetos, de manera que se entra en una argumentación tautológica donde, a grosso modo, se sostiene que los sujetos de aprendizaje gustan y consumen músicas de baja calidad porque sus determinanstes sociales externos no les permite desarrollar un gusto refinado que les haría rechazar sus consumos y elevarse culturalmente. De allí que sostendré que la construcción de una interculturalidad crítica, como proyecto ético, social, político y epistémico, necesita imperiosamente, en primer lugar, comprender la coimplicación entre la ontología, la epistemología y el sujeto de aprendizaje, en términos de Alicia de Alba, y, desde allí, promover una revisión profunda de los marcos epistémicos asumidos como naturales y que reflejan nuestra colonialidad interna. Entonces, construir una educación musical intercultural crítica, basada en el diálogo de saberes, que posibilite negociaciones interepistémicas, requiere urgentemente de la desarticulación onto-epistémica que hegemoniza el aprendizaje y la enseñanza de la música. Propondré que la ontología musical que deriva de la Teoría de las mediaciones de Antoine Hennion tiene la potencia para avanzar en ese sentido; al pensar la música en el despliegue del tejido de mediaciones heterogéneas, supera la dicotomía sujeto – objeto, que tanto se ha ocupado por deshumanizar al objeto música en nombre de una autonomía estética, como por cargarlo de determinaciones sociales externas. Al poner la mediación en el centro de la escena, la música se hace presente como sistema articulado, donde sujetos y objetos establecen relaciones, se codeterminan y se coproducen, de manera que, sin desconocer su carácter conflictivo, desigual, contradictorio, todas las experiencias musicales y quienes son portadores de ellas, pueden, a priori, ingresar en un mismo plano de diálogo, como condición de posibilidad para disputar sentidos, base de una interculturalidad crítica.
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