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Las del campo. Testimonios de la enseñanza rural bonaerense en época de pandemia
López, Daniela - CEVE, CONICET-AVE.
Ragusa, Natalia - Universidad Nacional de La Plata / Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires.
III Congreso Internacional de Ciencias Humanas. Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín, Gral. San Martín, 2024.
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Resumen
Las actividades de enseñanza en medio de la pandemia mundial declarada por la Organización Mundial de la Salud, en marzo de 2020, no cesaron en ningún momento en Argentina. Las clases siguieron en cada lugar y todos los niveles y modalidades, como parte de la política educativa nacional y provincial. Este trabajo rescata y reconoce la labor de las docentes e invita a los y las lectoras a escuchar los testimonios de maestras rurales de diferentes puntos de la Provincia de Buenos Aires. Es una oportunidad para comprender el quehacer y el sentir del mundo de la enseñanza en el interior de la Provincia. ** “Una escuela rural es un centro social en donde hay todo tipo de eventos: cumpleaños, almuerzos, donde se comparten charlas, experiencias y mateadas, es lo que la escuela le ofrece al campo. Si bien el campo de por sí mantiene un aislamiento, la escuela vendría a ser como el centro social”. La que cuenta es Carolina Olivera, maestra rural de la Vieja Estación Calfucurá, partido de Mar Chiquita. Cuando en marzo de 2020 el mundo atravesó la pandemia por COVID-19, las docentes de escuelas rurales tuvieron que reconstruir y recuperar estrategias de continuidad pedagógica basadas en la experiencia en el territorio. Fueron ellas, en este contexto, las que echaron mano a los saberes para enseñar en la singularidad de los ámbitos rurales atravesados por el aislamiento, la población dispersa, los eventos climáticos extremos, entre otros. Las docentes rurales en tiempo de aislamiento social no solamente acompañaron y evaluaron los procesos de sus estudiantes sino que también sostuvieron el entramado entre la escuela rural y el campo. Cuidaron el vínculo con las familias, sus estudiantes y fomentaron políticas públicas educativas y, en algunos casos, de asistencia alimentaria. A través de testimonios sonoros, docentes de escuelas rurales de la provincia de Buenos Aires dan cuenta, en este trabajo, de estrategias de enseñanza y de acompañamiento familiar desplegadas durante los primeros meses del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) por la pandemia de COVID-19. La comunicación se estableció a través de audios de WhatsApp y la selección de las docentes estuvo dada a partir del vínculo que las autoras tienen con el territorio analizado. Ser pobladoras bonaerenses que conocen el funcionamiento de las escuelas rurales permitió generar un acercamiento a las personas y trazar estrategias de comunicación para establecer las conversaciones. Así, se delinearon ejes de trabajo que habilitaron preguntas situadas y la construcción de un espacio de escucha atenta. Los temas que atravesaron las diversas conversaciones giraron en torno a las prácticas pedagógicas en momentos de contingencia en el ámbito rural, el vínculo con los y las estudiantes y sus familias, la relación afectiva con el territorio, las particularidades de la enseñanza en escuelas rurales, y las acciones empleadas durante los meses de pandemia. La contingencia en lo cotidiano Los relatos de las docentes permiten entender que si bien el escenario de aislamiento obligatorio se trató de una situación excepcional por la prolongación en el tiempo, existía un repertorio de estrategias, recursos, formas de comunicación y de vinculación con estudiantes y familias que permitieron transitar el ASPO. Por ejemplo, Laura Josende, unidocente de la escuela Nº 20 Martín Fierro ubicada a 10 kilómetros de la ruta provincial Nº 29 y a 60 kilómetros de la ciudad de Balcarce, cuenta que es habitual que los días de lluvia sus alumnos, alumnas y ella no puedan llegar a la escuela. Si bien la pandemia y el aislamiento social obligatorio generaron incertidumbre en la comunidad educativa, en ese momento en el que no hubo tiempo para analizar, Laura recurrió a un plan de contingencia, que le permitía, de alguna manera, sostener el vínculo pedagógico y la enseñanza cuando el encuentro en la escuela no estaba garantizado por diversos motivos. “Hay que adaptarse a los días de lluvia, a los caminos de tierra que están inaccesibles para llegar, por lo tanto, los días de lluvia es muy difícil poder acceder y tener la clase como siempre. Es una escuela que está muy adaptada a lo que tenemos en la actualidad. Nosotros el plan de contingencia lo preparamos desde el inicio, en febrero ya lo estábamos armando y ya sabemos cómo actuar en caso de que no podamos concurrir a la escuela o que los alumnos no puedan concurrir (...) Es lo que realmente hoy estamos usando, el plan de contingencia o continuidad pedagógica como le estamos diciendo hoy con esto del Covid19”, dice. Por su parte, la pedagoga Flavia Terigi, se refiere a la “invención del hacer” de las maestras en las aulas plurigrados como aquellas que resuelven de alguna forma las particularidades de la enseñanza en contextos rurales. “Toman decisiones sobre el agrupamiento de los alumnos, sobre la secuenciación de los contenidos de enseñanza, sobre el manejo del tiempo, sobre los recursos y materiales, entre otros aspectos de la organización didáctica de la clase; y ello sucede inevitablemente dentro de los condicionamientos específicos que plantean estos contextos organizacionales. Para la académica esto es un modo de organizar la enseñanza y un saber que despliegan como maestras rurales, aún cuando en su biografía escolar y su formación inicial suelen no haber desempeñado un papel relevante en cuanto a proveerles un marco de trabajo” (Terigi, 2008). Así, durante esos primeros meses de pandemia las docentes recurrieron a los recursos construidos con anterioridad y repensaron sus planificaciones para generar una continuidad educativa y sostener los vínculos. Esos recursos no eran solamente pedagógicos o didácticos, sino que obligaron a profundizar el conocimiento sobre los tiempos de las y los estudiantes, y sus familias. Esto no es nuevo, Achilli (2001) señala que hay un conjunto de actividades, interacciones, relaciones que configuran el campo laboral de los maestros, maestras, profesores y profesoras, en determinadas condiciones institucionales y sociohistóricas. “La práctica docente puede implicar actividades que van desde las ‘planificaciones’ del trabajo áulico a las actividades de asistencias alimenticias, de salud, legales, de colaboración con documentación de los alumnos u otras” , expone la antropóloga. En este juego entre lo planificado y lo emergente la dinámica de la escuela modifica los vínculos y las prácticas docentes. En la pandemia, las maestras rurales desplegaron sus propios planes de contingencia por lluvias, caminos intransitables, temporadas de mayor trabajo en el campo, y fortalecieron estrategias para continuar cerca de sus estudiantes que forman parte de esa población dispersa del campo bonaerense. La escuela rural como lugar El antropólogo Hugo Ratier (2009) dice que en la provincia de Buenos Aires transcurren dos geografías, la que reflejan los mapas viales y las que están a un costado: “campos abiertos que se alargan hacia un horizonte lejano y monótono, con ganados pastando, sembradíos, alguna casa aislada o el casco de la afortunada estancia que quedó sobre la ruta”. En ese costado están las escuelas rurales bonaerenses y allí trabajan las maestras que dan testimonio de las acciones de enseñanza desplegadas durante la pandemia. Las escuelas entendidas como lugares desde la óptica de la geografía cultural representan lugares donde existe un grupo de personas que lo identifica como suyo y que se orienta dentro de él (Claval en Fernández y Urquijo, 2012). La comunidad educativa en los espacios rurales da cuenta de esta pertenencia y desafía los planes de estudios para apropiarse de los procesos de aprendizaje adaptados a las realidades locales. “Hay mucha contención en la llamada. Ellos lo necesitan y una está a disponibilidad para lo que sea, tanto en la parte afectiva o para otra cosa: una mercadería o un médico, una está ahí atenta. Con las nenas hay mucho vínculo, hay una relación de mucho cariño y en este momento nos estamos extrañando muchísimo”, señala Laura Josende. “Todos estamos para todos”, dice Veronica Soledad Errasqui, directora y docente de la Escuela Primaria Nº11 de Ordoqui en el partido de Carlos Casares, y señala que las actividades escolares como actos, fiestas, egresos, entre otros, se hacen en horarios donde la familia pueda asistir. “La escuela como parte de la comunidad”, insiste. La voz de las docentes es uno de los insumos principales en este análisis. La recuperación del relato que por momentos se vuelve pujante y, por otros, entrecorta las voces cuando se habla del esfuerzo y la ternura en el acto de enseñanza. “Las del campo” recupera el decir en primera persona también como un acto de escucha a las maestras. Propone preguntas que disparan las historias en pandemia, contadas desde las escuelas rurales con familias campo adentro, con comedores cerrados, con tareas vía whatsapp que se descargan al trepar algún molino para encontrar señal.
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