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Psicología de la música y del desarrollo. Una exploración interdisciplinaria sobre la musicalidad humana
Silvia Español.
Paidós (Buenos Aires).
  ARK: https://n2t.net/ark:/13683/pH0V/2Nt
Resumen
La musicalidad brota de nuestro pasado filogenético. Desde de que el Homo Ergaster logró elevarse del suelo y transformarse en un junco erguido, la musicalidad define nuestro modo de movernos, de hablar, de estar con otros. Somos musicales, en parte, porque evolucionamos con una postura y una coordinación motriz particular. Nuestro cuerpo, como lo describe Colwin Trevarthen (1999/2000), conformado para caminar en dos piernas al pulso de un tambor interno hace enredados malabares moviendo caderas, hombros y cabeza, exhibiendo movimientos de jerarquías complejas excepcionales. La musicalidad inherente a nuestro andar se extiende al fluir de la vitalidad de la actividad conjunta y nueva, a las actividades colaborativas y comunales. Se transforma en materia de los rituales. Ejercitada desde nuestro pasado más remoto, la musicalidad incide extraordinariamente en el desarrollo de los bebés de todas las culturas. Impacta los últimos meses de la vida intrauterina, auditivamente sensible, a través de la melodía propia del habla y los ritmos biológicos. La musicalidad es el abrigo para la prototípica inmadurez prolongada del bebé humano: fruto de una sabiduría de especie culturalmente tramada, acompaña el largo período inicial de la vida en el que el bebé requiere un extremo cuidado materno y un íntimo contacto psicológico, a través de las nanas, la melodía del habla materna, el mecimiento, los ritmos de la interacción. Y a medida que el bebé va venciendo la fuerza de la gravedad, se eleva al cielo y se pone de pie, la musicalidad envuelve su entera vida biológica-social-cultural favoreciendo el desarrollo ontogenético. Nuestro observable cuerpo en movimiento en el mundo y en movimiento con nuestros congéneres delata la musicalidad inherente de la vida humana a lo largo del ciclo vital. Tras mucho suponer superficies llanas que reflejan profundidades hondas, el embodiment, la psicología corporeizada y la denominada perspectiva de segunda persona nos devolvieron la hondura de la superficie, el alma en el rostro humano que vio Ludwig Wittgenstein (1953), la experiencia de cuerpo presente como la estudiaron Franciso Varela, Evan Thompson y Eleanor Rosch (1991), el contacto humano en la base de nuestro mundo interpersonal como lo describió Daniel Stern (1985). Podemos, sin tener que atarnos a una observación distante y objetiva ni reducirnos al mundo privado de la primera persona, volcar nuestro interés epistémico sobre la psique o el alma humana, y sobre sus creaciones culturales, desde una perspectiva viva, sensible y dinámica. Podemos tocar el mundo en el momento que somos tocados y ocuparnos de eso. Expuesta en la superficie, abierta al eco de la percepción y al contacto corporal y psicológico, cambiando y siendo la misma tiempo tras tiempo, la musicalidad está abierta a nuestra exploración. En este libro escriben músicos, psicólogos, biólogos, filósofos, estudiosos del movimiento y de las artes (en más de una ocasión, dos en uno), interesados en la musicalidad humana. En todos sus capítulos el talante interdisciplinario del trabajo se revela en la red conceptual trazada y en alguno la co-autoría lo acentúa y profundiza. Los principcios del embodiment, la psicología corporeizada y la perspectiva de segunda persona rigen en todo el libro. El actual enfoque evo-desa (que destaca las relaciones entre los procesos dados a escala ontogenética y filogenética) atraviesa todos los capítulos. Las dos partes que componen este libro reflejan el predominio de uno u otro término del enfoque: la primera parte se ocupa principamente de cuestiones de desarrollo, la segunda de evolución. A lo largo del texto es torna patente el diálogo existente entre la psicología del desarrollo y la psicología de la música, a través del cual el lenguaje acerca de la música se vuelve instrumento para comprender las interacciones tempranas entre adulto y bebé a la par que los primeros intercambios interpersonales resultan claves para la comprensión de la experiencia musical. El diálogo fecundo entre ambas disciplinas abre vías de argumentación insospechadas sobre relevantes cuestiones psicológicas, epistemológicas y musicológicas. La inclusión de la perspectiva evolutiva, junto con las profundas críticas realizadas aquí a la teoría predominante actual, la psicología evolucionista, enriquece el diálogo e incrementa nuestra posibilidad de comprender la musicalidad humana, y con ello a nosotros mismos. La exploración que presenta este libro surgió del intercambio que sus autores vienen manteniendo desde hace años, potenciado a través de las actividades académicas realizadas en el marco del proyecto Intersecciones entre la experiencia musical y la infancia temprana en el marco de la cognición corporeizada (PICT-2008-0927) subsidiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, así como por los encuentros organizados por la Sociedad Argentina para las Ciencias Cognitivas de la Música (SACCOM) en los cuales, ya sea en uno, en dos o en todos, la mayoría han participado. Nuestro agradecimiento a todos los miembros del proyecto y a los miembros de SACCOM que han formado parte de nuestras reuniones y discusiones ayudándonos a clarificar nuestras ideas.
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